Una
Hugo no tuvo regalo en navidad. Papá Noel no pasó por su casa. En Reyes, ya veremos. Sofia, su madre, juega a malabares con el dinero; lo estira como un chicle reusado. Dos años malos. Un divorcio complicado; un despido inoportuno. Un cambio de vida, de casa, de colegio, de trabajo. También un positivo por COVID. Pero lo más duro era ponerse en el lugar de su hijo. Para un niño de 5 años no es nada justo pasar por todo esto. Media vida sin padre. Media vida escondido tras una mascarilla. A pesar de su trabajo a solo media jornada, Sofia tiene dinero para un detalle para Hugo ¡Faltaría más! Lo que le falla, y mucho, es el tiempo; y un poquito la salud. Esta noche, los dos solos, esperan cómplices las campanadas, jugando como casi siempre. “No es justo, no es justo, no es justo”, se repite Sofia para sí, ofreciendo al mismo tiempo a Hugo la mejor de sus sonrisas. Esa noche, media hora antes de las campanadas, Hugo rompe a llorar desconsoladamente…
Dos
Luis cumple hoy 80 años. Justo hoy, 31 de diciembre. Sin embargo, este no será un fin de año normal. Hace 50 años prometió a su entonces novia, Valentina, un sensual striptease. Pero nunca se atrevió. Demasiada vergüenza. Sin embargo, está noche será la noche. Porque Luis es tímido sí, pero un hombre de palabra.
A 20 minutos de las campanadas, Valentina se levanta a la cocina a preparar las uvas. Han cenado solos, maldito COVID. Pero eso propició la ocasión perfecta que Luis esperaba desde hace años.
Luis espera ahora a su pareja de vida vestido con un tanga rojo, de pie junto a la mesa del salón. A sus ochenta…Una pasa arrugada muy muy sexy, pensó el abuelo sonriendo. Apoyado con sus manos en el respaldo de la silla para no cansarse antes de tiempo ni tropezar. Con la canción de nueve semanas y media en pausa (desde hace 50 años), esperando a Valentina. Con el corazón latiendo desbocado como un potro adolescente…
Tres
Susana cumplirá 98 el 18 de enero. Cumpliría, según ella, porque hace semanas que la vida se le escurre de los dedos con cada exhalación. Hoy, en casa, rodeada de sus cuatro hijos, espera junto a ellos la llegada del nuevo año. Aunque ella ya no espera nada. No por haberse rendido, sino por haber cumplido plenamente todos sus sueños y objetivos de vida. La videoconferencia con sus nueve nietos y dos biznietos, apenas a media hora de las campanadas, le pareció el final perfecto.
–Mamá, fíjate, ¡ya estás en 2022! –le decía una de sus hijas–. ¡Y tú que decías que no verías el año nuevo!…
Cuatro
Fernando quiere acabar el año a lo grande. El año lo merece; y él, también. Un año duro para todos. Esta noche, con el cambio de año, ha pensado en alegrar un poco la noche a sus vecinos. Ha comprado cohetes, petardos y luces como para hacer volar media ciudad. Se ha gastado casi todos sus ahorros, pero ¡qué demonios! Esta noche, con todo ese arsenal dentro, su chalé parece un almacén de Amazon. Una delegación de los reyes magos.
Justo antes de ducharse y prepararse para cenar, Fernando se asoma a la calle a revisar con orgullo sus luces de navidad. Un vistazo rápido, porque Fernando ha salido a la calle tan solo con una batilla, y se está helando. Al volver a casa y echarse las manos al ¿bolsillo? ¡Se dejó las llaves dentro!
–¡Joder! ¿Quién encuentra un 31 a las 10 de la noche un cerrajero? ¿Y a qué precio? Espera, ¡el ojo de buey de la azotea! Siempre lo dejo abierto. Lo único complicado va a ser llegar allí arriba. Pero bueno, es nochevieja…
Cinco
Lola no puede más. Sin dinero, desahuciada y sin casa. Con un ex marido que aún hoy la tortura. Con dos hijos que criar sola…sin ayuda de nadie. No le dan trabajo, su familia tampoco le apoya. Ni siquiera el Estado le echa un cable. Solicitó el IMV hace año y medio, y se le denegó sin apenas explicaciones. –¡Si cumplo todos los requisitos! –Pensó entonces–. Reclamó al saber que No se lo aprobaban , y entonces ni siquiera obtuvo respuesta a su queja.
Situaciones desesperadas, medias desesperadas. Lo único valioso que le queda son sus hijos… y su propia vida. Quizás no es el mejor día, pero mañana habría que renovar el seguro de vida; y ya no le queda un duro. Lola deja a los niños en casa de su vecina, como otras muchas veces, y sale a la calle sin un rumbo fijo…
Seis
… (continuación de la uva una).
–Hugo, tranquilo, no pasa nada –susurraba al niño una Sofia a la que el llanto de su hijo le rompía en dos el corazón– Seguro que los reyes sí te traen algún regalo. Y ya verás como el año que viene nuestras navidades son mejores.
–No mama, no –acertó a decir Hugo, aún entre balbuceos–. Si no lloro por eso.
–¿Entonces qué hijo?¿Qué te pasa? ¿Te encuentras bien?
–Si mamá –dijo el niño algo más calmado–. Pero es que todo el mundo dice que el año viene va a ser mucho mejor. Que ya mismo se acaba esto, y que volveremos la vida normal, que todo volverá a ser como antes, totalmente distinto. ¡Y yo no quiero que mi vida cambie! ¡Si yo soy muy feliz!, Tengo a mis amigos, a los abuelos, ¡y a la mejor mamá del mundo! Paso toda las tardes jugando contigo. ¡¡Mi vida es perfecta!! ¿Por qué tiene que cambiar mamá? ¿Por qué tiene que cambiar?
Siete
A aquellas personas que hacen que mi vida sea eso, mi vida: familia, compañeros de trabajo, amigos de siempre y nuevos, compañeros yoguis, mi club de padres de piano, los compañeros de estudios, el dueño de mi bar de desayunos; los cajeros de Mercadona, mi frutero, mi portero recoge-paquetes de Amazon, la plantilla entera del Receso… Todos sois en mayor o menor medida mis 12 uvas de la suerte, mis doce tesoros. ¡Qué la vida os regale el doble de lo que vosotros regaláis a diario! ¡Qué el 2022 me regale seguir teniéndoos en mi vida!
Ocho
… (continuación de la uva 4).
Con un poco de esfuerzo, Fernando se agarró a una canaleta, y apoyando uno de sus pies en el saliente de la ventana de la planta baja, consiguió alcanzar la planta primera. Sin embargo, llegar a la segunda no le resultó tan sencillo. Por la dificultad de acceso, ya que solo podía subir colgándose a peso de la barandilla del balcón de la planta superior. Por eso claro, pero también porque que iba en bata… y por Lulú. Una simpática gatita que criaban entre todos en el barrio, y a la que aquella escena le resultó un juego divertido que no podía perderse. Al ver a Fernando trepando como un camaleón borracho decidió no separarse de él: mordisqueándole los pies, saltando encima sobre sus hombros, chupándole la oreja. Al final, Fernando llegó a la azotea, y paró entonces a recuperar el aliento. Justo para ver como un coche patrulla de policía aparcaba enfrente de su parcela. Los vecinos habían llamado a la policía al ver que un extraño estaba tratando de robar la casa de su querido vecino Fernando, el eterno single. Y contemplaban la escena asomados desde la puerta de sus casas desde hacía rato. Entonces la policía, pistola en alto, le pidió a Fernando que bajase de allí. Lo que le costó subir, ¡y lo rápido que bajó! Antes de poder abrir la boca, los guardias esposaron al extraño hombre en bata y calzoncillos. Y antes de poder explicar nada, sucedió todo. El chalé entero explotó. –Esta estufa vieja de Butano un día me va a dar un buen susto –se repetía a menudo Fernando. ¡Pero da tanto calorcito!
Pero el susto, y el calor, lo dio todo a la vez en ese mismo momento. Al explotar la casa, el improvisado almacén pirotécnico entró también en acción; y así, todos los fuegos artificiales acumulados iluminaron por completo el barrio, al mismo tiempo que la casa entera volaba por los aires. ¡Explosión de color! ¡Mejor que las fallas! Fernando, contemplando absorto la escena, y a todos sus vecinos alucinando en las puertas de sus casas, tan solo acertó a decir: “¡Feliz navidad!”.
Nueve
… (continuación de la uva 5).
Justo a media mañana, Lola se encuentra frente a las vías del tren. No era una idea original, pero después de mucho pensar, no se le ocurrió otra forma. Tan solo esperaba no enterarse de nada. A lo lejos, el sonido de un tren. Llegó el momento, llegó el final… Un silbato de tren ya muy cerca. La lluvia estrellándose contra el suelo. El cantar de los pájaros y, por último, el sonido de un SMS: “Estimada Sra. López. Su solicitud para el Ingreso Mínimo Vital Ha sido aprobada”.
Diez
A ti, ser despreciable que abandona a sus hijos. O que te escudas en una guarda y custodia exclusiva de la madre para no tener que preocuparte más por los aspectos esenciales de sus vidas; acudiendo sólo a ellos cuando te apetece ejercer de padre guay un rato. A ti, rata asquerosa, que los utilizas como arma arrojadiza para hacer daño a quien hasta ayer compartía su vida contigo. O a ti, puto ser malnacido, que levantas incluso tu mano cobarde contra esos que consideras más débiles, incluso de tu propiedad. ¡Me das asco! Renunciaría a mi condición de hombre para no entrar en el mismo saco que tú. Pero tú, pero vosotros, no sois hombres. Ni siquiera animales. Porque los animales, al contrario que vosotros, ellos sí quieren a sus hijos. No perdería un segundo en pensar en vosotros, si no fuera por lo mucho que vosotros destruís a otras personas inocentes.
Once
… (continuación de la uva 2).
Mucho rato lleva Valentina en la cocina, a ver si le ha pasado algo. No, tranquilo Luis, se la oye por allí a lo lejos. Es que cada año está más torpe. Y yo aquí medio en pelotas, ¡pues no me está entrando hasta frio! Venga Luis, arráncate ya, que es este año o nunca. Empieza tu baile y verás como valentina viene rápido al oír ruido.
Entonces Luis se arma de valor y le da al play. Y Míster Joe Cocker comienza a sonar a todo trapo.
–Venga –se anima Luis–. Me quito el tanga, que me va a costar lo suyo, y a bailar sexy…
Mientras tanto, Valentina se encuentra en la entrada de la casa. Al oír ruido fuera en el pasillo, piensa que es ya la hora. Abre entonces la puerta silenciosamente, para dejar pasar a toda su familia: hijos, nueros, nietos, primos… toda la familia al completo, con una tarta y un fuego oscilante sobre un ochenta tallado con dos velas. Un poco imprudente sí, dada la situación, pero quién podía privar de un saludo rápido al abuelo en esa fecha.
–Pasad, pasad –dijo Valentina–. Vamos todos para el salón, que el abuelo está allí esperándome aburrido. Fijaros si está harto de esperar, que hasta ha puesto música y todo.
Doce
… (continuación de la uva 3).
Ya están aquí las campanadas, y como si no hubiera pasado el tiempo, allí están Susana y sus hijos, esperando con brillo en los ojos devorar sus doce uvas. El carrillón, los cuartos… primera campanada, segunda, tercera…… nueve, diez, once… Julio y Aurora se miran y sonríen; y como siempre, con la boca llena de uvas, se atragantan… Igual que desde hace 50 años. Doce: se acabó. No se han comido ni la mitad. Miran entonces a Susana, como siempre. Pero esta vez Susana no ha tocado sus uvas, ni siquiera la primera. La abuela se ha quedado dormida… se ha quedado en 2021.
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¡FELIZ AÑO NUEVO A TODOS!
Angel Sierra
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Gracias Angel por compartir tu sensibilidad. Que 2022 nos siga trayendo buenos relatos. Feliz Año Nuevo!
Gracias Ángel.
Muy bueno Ángel, como siempre. Un abrazo
Enhorabuena Angel, gracias por compartirlos.