¡Que sorpresa! Al final va a resultar que la marca España es sinónimo de lo Cutre, de informalidad, de falta de seriedad. O quizás no es tanta sorpresa…

Podemos verlo simplemente como un nuevo caso de corrupción, o de utilización de tácticas mafiosas. Como prefieran. Me refiero a una de las noticias con la que arranca este 2014. La amenaza de paralización, por parte del consorcio liderado por la española Sacyr, de las obras de ampliación del canal de Panamá. Esta noticia no deja de ser un nuevo ejemplo del estado de “todo vale” en el que vivimos permanentemente instalados.

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¡Que malos son los de Sacyr! Triste y lamentable el daño que se hacen tanto a ellos mismos, como a un sector tremendamente golpeado y criticado los últimos años, y en definitiva a la imagen de un país. Vergüenza debía darles hacerse encima pasar por la víctima de la situación. Que no estaban claras las condiciones del contrato, que han sobrevenido imprevistos…. ¿Y lo descubren 4 años después? ¿Con un 65% de la obra ejecutada? Eso de firmar algo sin tenerlo claro es muy normal. Sobre todo en un proyecto de este tamaño. Yo lo hago todos los días. Pero claro, destapar el problema en una fase inicial del proyecto no genera tanta presión. Además se corre el peligro de ser apartados del mismo con más facilidad. Aunque para pasar vergüenza, primero hay que tenerla.

Me gustaría además señalar a nuestra clase política y a nuestro gobierno como parte muy culpable de este tipo de situaciones. No al ejecutivo de ahora, que también. Sino a todos. Y digo todos. Se que es injusto generalizar, pero creo sinceramente que ninguno ha tenido la convicción, la prioridad, y/o el arrojo para profundizar e impulsar con acciones un necesario cambio del modelo socioeconómico de nuestro país, un modelo que nos haga mas emprendedores, más innovadores, más competitivos (sin intervenciones del sector público), más eficientes… y menos chorizos.

En todos los años que he dirigido el departamento demarketing y ventas en la  empresa privada me he encontrado cientos, sino miles de situaciones similares a la de nuestros amigos de Sacyr. La diferencia es que aquí en España no suele ser noticia porque es el juego habitual. Licitar a un precio a la baja con el que es imposible hacer el proyecto, y una vez se “esté dentro”, utilizar mecanismos para cuadrar el proyecto y conseguir el beneficio esperado: aumentar presupuesto, reducir calidades, recortar alcance, etc, etc. Aunque probablemente mi favorito sea este; forzar la adjudicación de un nuevo contrato, amañado e inflado de precio, con el que cubrir el sobrecoste del primer proyecto. ¿Y si vuelve a pasar lo mismo en este segundo? ¡Maravillosa forma de fidelizar un cliente y de obtener un negocio recurrente sin necesidad de competir con otros!

No voy a profundizar en este artículo en cómo nuestros sucesivos gobiernos han conseguido poco a poco “afuncionariar” el país, aprovechado los ciclos de bonanza para aumentar sin medida la contratación de empleados públicos (además de manera asimétrica y manteniendo el modelo de funcionariado), y dedicando gran parte del gasto público en generar empresas privadas público-dependientes.

El problema en esta ocasión es que la Administración Pública ha fomentado este juego tramposo, permitiendo, facilitando e incluso fomentando en ocasiones tácticas como las comentadas. Aprovechándose además del obsoleto instrumento de Baja Temeraria de nuestra Ley de Contratación Pública (que tan poco objetivo y transparente resulta y tan arbitrariamente puede utilizarse según los intereses de cada caso). Y todo esto al final es dañino para la imagen de un país y su ciudadanía. El concepto de marca es peligroso, ya que es tremendamente valioso si se utiliza correctamente y sugiere valores positivos, pero funciona igual a la inversa.

Mi pregunta es, ¿Hacía falta hacer una oferta tan a la baja? Recuerdo leer que entre los finalistas a adjudicatarios de las obras, el consorcio liderado por Sacyr fue el que obtuvo una mejor puntuación técnica… ¿Era entonces necesario presentar una oferta irrealizable? Probablemente no. Pero simplemente da igual. Lo importante es ganar a toda costa, teniendo la certeza de salvar después la situación con malas artes. Y esta es desde mi punto de vista una característica de la marca España; disponemos de empresas con una capacidad y solvencia a la altura de cualquier otra empresa del mundo, que prefieren por contra utilizar artimañas y/o jugar a ser el proveedor más “barato”.

Todo esto además desvía la atención y hace que lo que realmente debía ser noticia, que una empresa española ha desarrollado un proyecto de esta envergadura (lo que da prestigio son proyectos ejecutados, no simplemente ganados), o que en la terna de finalistas hubiese dos consorcios liderados por empresa españolas. Ya da igual que el proyecto presentado por el otro consorcio Español finalista (liderado por ACS, con Acciona y FCC) pudiera haber sido un éxito en su desarrollo, ni que la propia Sacyr, con una oferta “realista” (su precio de licitación fue más de 1.000 millones de dólares inferior a la siguiente más económica), hubiera podido también hacer un proyecto brillante. La marca España ha preferido ser recordada por el engaño y la extorsión, situación ya adelantada por las denuncias realizadas en su día por el resto de empresas finalistas, que tildaban de absurda la oferta de Sacyr.

Me gustaría conocer la opinión al respecto de Luis del Rivero, Presidente de Sacyr en esas fechas, y que celebró la adjudicación con un «Así,así, así gana Sacyr». O la de Gerardo Díaz Ferrán, presidente de la CEOE en aquel entonces, y que calificó la adjudicación a Sacyr como “Un éxito que comparten todos los españoles, y un motivo para que todos estén orgullosos de tener empresas como ésta». Pero el primero está algo ocupado por su imputación en el caso Bárcenas, y el segundo permanece en prisión preventiva por ser declarado culpable de alzamiento de bienes y blanqueo de dinero… así que pensándolo mejor, no me interesa mucho su opinión. Me conformaría con escuchar a quienes desde el gobierno utilizaron este proyecto como estandarte de la marca España, facilitando incluso a constituir a Sacyr los avales para el concurso… avales que por cierto serán lo primero que ejecute la Autoridad del Canal de Panamá caso de pararse el proyecto, con lo que, una vez más, una negligente actuación de una empresa privada acabará con un desembolso de dinero de los contribuyentes.

Aunque claro, siempre será mejor culpar a la Autoridad del Canal de Panamá por intransigente.

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Angel Sierra

"Saber escuchar no siempre significa no tener nada que decir." Cinéfilo, tecnólogo, deportista, tímido, imaginativo, trabajador, viajero, comunicador, compañero, disfrutón, tranquilo, loco, músico, cocinero, gestor, bailarín, empático, friki, complicado, géminis... siempre diferente. Huye de encasillamientos; de lo que has sido o dicen que eres. Sé lo que quieras ser... sobre todo buena gente.

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6 comentarios en «Panamá, Sacyr y la Marca España»

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  4. La verdad es que el tema de las adjudicaciones de contratos públicos en España daría para una tesis doctoral, pero efectivamente ha sido la tendencia de este país prácticamente desde la democracia. Al menos desde que tengo conciencia política, lo que ocurrió con el primer mandato de Aznar.

    Cualquier profesional que haya tratado con la Administración sabe perfectamente que en no pocas ocasiones las adjudicaciones están hechas de antemano a favor de empresas con las que existe un trato especial político-empresario y no solo mediante el sistema de la puja temeraria, hay un gran abanico de posibilidades. Por ejemplo los concursos a medida, en el que se solicitan requisitos que se sabe solo están a disposición de una persona o entidad concreta.

    Esa forma de actuación, en principio predicable de los proyectos públicos, acabó imperando también en los proyectos privados (al menos en construcción), siendo lo normal que todas las obras privadas fueran ofertadas muy a la baja y se forzara durante la ejecución la desviación y ampliación, si bien con el agravante de que en estos casos había terceros implicados (por ejemplo los compradores de pisos) con los que la propiedad tenía compromisos de entrega, convirtiéndose en auténtico chantaje.

    De todas formas hay un punto que no tratas en el artículo y que considero también importante. Es evidente que Sacyr ha actuado "a la española", presentando un proyecto temerario, pero también es cierto que la Administración panameña cuenta con técnicos que, en teoría, fueron los que prepararon las bases del concurso y debían ser conocedores de que la oferta era irrealizable, pese a lo cual se adjudicó, por lo que tampoco creo que el Gobierno panameño esté en situación de víctima, sino de copartícipe al que la jugada le ha salido mal.

    En fin, como digo este tema da para tesis doctoral y coincido contigo en la pésima imagen que la marca "España" tiene en todo el mundo, me consta que muchas de nuestras empresas que han intentado iniciar proyectos internacionales han sido rechazadas por el mero hecho de ser españolas, pues no transmitimos salvo excepciones confianza precisamente.

    1. Estoy totalmente de acuerdo. Recuerdo un profesor de un Master sobre Dirección Comercial que realicé hace algún tiempo que me comentó que años atrás existía en Europa un libro de título algo así: "Cómo desarrollar proyectos con Españoles", que explicaba las claves para poder ejecutar proyectos internacionales en los que participasen empresas españolas, minimizando problemas y evitando que acabaran en desastre. El libro en cuestión obtuvo bastante éxito, aunque como digo quedó hace tiempo en desuso. Esperemos por nuestro bien que no tengan que sacar nuevas ediciones.

      Me da además especial rabia en este caso que el conflicto se genere en Centroamérica, ya que tal y como comentas, no es precisamente esa zona un paraíso de la transparencia y las buenas prácticas en la gestión pública (no me entiendas mal, no pretendo generalizar y meter en el mismo saco toda Latinoamérica. Conozco bastante la zona y hay países con un nivel de saneamiento público más que aceptable. Incluso algunos, como Chile, en los que deberíamos mirarnos como espejo). Más que víctimas, lo que están haciendo es aprovecharse de la situación, gracias a la "estupidez" de una empresa española, logrando publicidad gratuita sobre su canal (que por cierto vivió tiempos mucho mejores) y el país, consiguiendo poner sobre las cuerdas y ganarse su pequeña victoria no solo sobre su proveedor, sino sobre el gobierno de la tierra patria, y seguramente consiguiendo finalmente desarrollar el proyecto, aún cediendo y aumentando parcialmente el presupuesto, por menos dinero que la siguiente oferta presentada en su día al concurso.

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