Definitivamente hay mucho imbécil suelto. Y demasiadas personas que circulan por el mundo sin el más mínimo sentido del Humor. De esas que se toman absolutamente todo en serio; para las que si algo no tiene un objetivo concreto y transcendente, entonces pasa a convertirse en una tontería que no merece la pena, una chiquillada sin sentido. Independientemente de a que se dediquen, ni que notoriedad tengan…es algo casi innato. Puedes encontrarte el presidente más simpático y bromista del mundo (no estoy pensando en el nuestro, por si alguno lo estaba dudando), o al tío más serio y gris del mundo de dependiente de una tienda de juguetes.
Y si nos ponemos a pensar en la gente que es capaz de reírse de uno mismo y de intentar desdramatizar cualquier asunto, llegando incluso a sacar su puntito irónico y cachondo a situaciones críticas, entonces nos podemos quedar bastante solos. Es una pena.
¿La última ocasión en la que he tenido esta sensación de que demasiada gente se toma la vida con una seriedad enfermiza? Por culpa de una de las últimas películas que he visto: ocho apellidos vascos, de Emilio Martínez-Lázaro. Y que conste que por primera vez desde que escribo de cine en este blog no voy a recomendar ver o no la película, porque creo que la valoración que cada uno podemos tener sobre ella es en este caso todavía más subjetiva de lo ya lo es de serie en el cine.
Ocho apellidos vascos
Y es que estamos ante la típica comedia en la que el guión y la historia no son gran cosa. Desde luego nada complejo, y además bastante predecible. No se pretende dar demasiada profundidad a los personajes, ni siquiera contar un relato medianamente creíble o verídico. Toda su “fuerza” se basa en una consecución de situaciones cómicas a través del guión y de la inspiración del grupo de actores que la protagoniza.
A mí me gusto, es verdad. Me reí mucho, que era mi objetivo, mi única exigencia: y la película lo cumplió con creces (no pretendía salir del cine filosofando, ni dándole vueltas a la historia, fascinado, o intrigado… solo quería reírme). Me parece que Dani Rovira salva con bastante decoro ser el principal protagonista de una película (teniendo presente que realmente más que actor es un cómico de sketches). Karra Elejalde, como casi siempre, está muy notable. Y el resto de actores principales acompañan bien (por Carmen Machi tengo especial debilidad, pero en este caso su papel creo tenía mucho más potencial). Pero puedo igualmente entender que haya gente a quién no le haga nada de gracia, en cuyo caso además la película pasa directamente a ser un bodrio. Como digo el tipo de película y de humor que ofrece es muy subjetivo. De hecho seguramente yo mismo otro día, o bajo un estado de animo diferente, podría haber salido del cine con otra percepción completamente distinta (las películas que juegan toda su baza a la comicidad de las situaciones corren este riesgo). Por eso como te digo no voy a recomendarte ir o no a verla.
Sin embargo sí me parecen absurdas determinadas críticas que he leído, y que se centran en reprobar que presente una batería de tópicos absurdos y de mal gusto, tanto del pueblo vasco como del andaluz; o acusarla de no estar bien documentada, tener gravísimos fallos conceptuales sobre cómo es la sociedad del País Vasco, o la forma de vida en sus pueblos rurales; o censurar que es tremendamente irrespetuosa con la tragedia que supone el terrorismo en Euskadi, e irreverente y superflua con respecto al movimiento independentista vasco. ¡Aquí es donde digo que la gente no tiene sentido del humor! Y no me estoy refiriendo a algunas críticas interesadas y/o de medios afines a conductas fuera de la democracia, como la del diario Gara. Esas mejor ni tenerlas en cuenta.
Me parece bastante difícil que una persona normal y sana se sienta ofendida por los muchos tópicos con los que nos obsequia la cinta. Están normalmente tan exagerados, intentado precisamente con ello hacerles perder realismo, que es difícil no darse cuenta de ello. Además creo que uno de sus mayores aciertos es que en la mayoría de las ocasiones estos tópicos son puestas en boca de personajes que, bien con su forma de ser (un fanático del pueblo vasco y sus costumbres, unos “payasos” andaluces,..), bien por la situación en la que se encuentran en ese momento (de borrachera total en la feria de Abril, persiguiendo un amor a primera vista en un ambiente nuevo y hostil), suavizan bastante con ello las ofensas que proclaman.
Pero bueno, si realmente esta comedia te ha indignado en su fondo, la consideras de mal gusto, que intenta dividir, u ofensiva para determinados colectivos o movimientos… entonces, y como está claro que además de poco sentido del humor parece que no te gusta demasiado la ironía, el contar las cosas sin decirlas…en nombre de los piensen como yo, te lo voy a decir muy clarito: ¡eres muuuy tonto!
Angel Sierra
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La confrontación de los tópicos vascos con los andaluces (o sevillanos más concretamente) es una mezcla excelente. Muy divertida, es de esas películas de las que es difícil salir decepcionado del cine, pues te hace pasar un muy buen rato pese a que la historia de fondo sea simple y vista e incluso que el acento sevillano de Rovira sea ná más que regular.
Buscar un trasfondo político u ofensivo a una película tan simple es, como bien dices, de imbécil profundo. Desgraciadamente, de eso este país está a la cabeza.
Parece que el tremendo e inesperado éxito de la película (ya se ha convertido en la cinta española más taquillera de la historia) está acelerando que se pongan ya a trabajar en la segunda parte, tratando de mantener en primer lugar al reparto original. Me parece mucho riesgo plantear una segunda parte de esto, y más todavía con prisas. Y encima por lo visto esta vez el los tópicos que van a tratar son los catalanes… así que solo puedo decir que ¡Mucha suerte!, o que fue bonito mientras duró jeje