Hoy no sabía de que hablar en mi post. Pero no es que me haya quedado sin ideas (afortunadamente, buenas o malas, me quedan para rato); simplemente no acertaba a decidirme entre varias que rondaban mi cabeza.
Tenía claro que quería tratar un tema de actualidad, pero no con cual “meterme”. Por un lado ya conocéis de sobra mi afición por el deporte en general (como practicante y como espectador), y el futbol en particular. Y ese hubiera sido un punto interesante de debate. En una semana donde se nos “regaló” un nuevo duelo Barsa – Atletí , esta vez en los cuartos de final de la Champion, o tan solo a un día de un nuevo clásico Madrid – Barsa. Y es que resulta curioso ver como estos Madrid – Barsa, el partido del siglo, como los denominaban hace unos años, han llegado a perder gran parte del interés mediático que despertaban…algo como digo impensable hace apenas dos años. Una agobiante saturación de partidos por los calendarios de las diferentes competiciones (agrandada además por una absurda e interesada planificación de los encuentros de liga, todos en horarios y días diferentes), junto con una liga española totalmente devaluada y “sometida” por los dos equipos poderosos (a pesar de los loables esfuerzos del Atlético de Madrid este año) han obrado el milagro.
Pero finalmente hoy no quiero tratar este tema. Ni tampoco hablar de un nuevo ejemplo de represión y de negación del derecho de libertad de expresión con la prohibición de Twitter en Turquía. Ni del pulso que Corea del Norte, con sus lanzamientos de misiles, o Rusia, con su invasión “sin violencia” de Crimea, están echando al resto del mundo. O el enésimo enfrentamiento entre Israel y Palestina, o el censo de catalanes en el extranjero que Mas está preparando, dando así un paso más en “su” idea de consulta soberanista.
Hoy tan solo quiero hacer un minúsculo homenaje aun en vida (aunque aparentemente llegue por poco), a la figura de Adolfo Suarez. Porque, y sin entrar en temas políticos ni otras cuestiones tontas que suelen hacernos tomar posición y dividir a las personas, Adolfo Suarez es de los hombres que, primero con sus ideales, y después con sus hechos, ha ayudado enormemente a que yo pueda estar aquí hoy, en el salón de mi casa, escribiendo lo se me pasa por la cabeza, y preparándome el cuerpo para disfrutar, junto con “merengones” y “catalinos”, un nuevo derbi, en libertad.
Han sido otros muchos, lo se. Ayer mismo murió Iñaki Azkuna, otro ejemplo de integridad, vocación, diálogo y democracia. Pero hoy he querido acordarme del primer presidente de nuestra democracia.
Aparte del Puedo prometer y prometo, en los últimos años se han referido a menudo a Adolfo Suarez como el “Presidente que no recuerda que lo fue”, salpicándolo siempre con un poso de pena. Y leyendo gran parte de las noticias de actualidad de un día como hoy, quizás realmente esto sea un regalo; no recordar como gran parte de los problemas que luchaste por borrar del mapa siguen estando aun entre nosotros. En cualquier caso estoy convencido que un día como hoy, y haciendo balance de una vida entera, el vaso estaría, por lo menos, medio lleno. Bastante peor es el “Alzheimer político”, el de la gente que, sin enfermedad mediante, se esfuerza en borrar la memoria de lo que hemos sido y lo que hemos hecho, y se empeña en facilitar con sus actos que volvamos a cometer de nuevo los mismo errores.
Quizás como amante del fútbol el Madrid- Barsa le resulte aún atractivo, Presidente. Aunque sin duda el Zaragoza – Deportivo de la Coruña le importará mucho más. Eso, y volver a ver a su “Depor” en primera. En cualquier caso, esté usted tranquilo. Si por lo que fuera no llega a verlo, ya se lo contarán “allá arriba”.
Angel Sierra
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Creo que su figura mediadora y demócrata se añora hoy más que nunca, en un momento en el que nuestros políticos se empeñan más en defender lo poco que nos separa que lo mucho que nos une, especialmente en una semana negra para la democracia (nacional e internacional), añadiendo a las noticias que has citado el nuevo ataque del ejecutivo a la independencia judicial (Juez Pedraz) a través del Sr. Soriano (no porque sea de un determinado político, es desgraciadamente normal que cualquiera en el poder pretenda prevalerse de la Justicia para legitimar sus leyes y la ataque sin piedad cuando no lo hagan así).
Quizá habría que recordarles que son instrumentos de la soberanía del pueblo, no al revés. Que no porque se harten de promulgar leyes amparándose en su mayoría e incumpliendo sus promesas y, como en este caso, los tratados internacionales, expresan la soberanía del pueblo ni pueden ampararse en ella.
Eso, claro está, necesitaría de una figura excepcional, como fue el expresidente, como, desgraciadamente, no se intuye en ningún político actual, por más que quiera aparentarlo (sí, estoy pensando en Gallardón). Lo seguimos echando de menos.
Efectivamente Alcaparra (y disculpa mi tardanza, esta semana pasada ha sido de locos…) de momento podemos hacer poco más que añorar una figura tan excepcional como la de Adolfo Suarez, porque ahora mismo ni contamos con figura similar ni, y lo que es peor, se la espera.
Es más. Estos días, y en contra de lo que se ha tratado de reflejar en los medios de comunicación, me ha parecido muy significativo, a la par que bastante desesperanzador, la poca capacidad de conciliación y la mucha de aprovechamiento político de la que no pocos actores han hecho gala, a través de sus declaraciones, en los diferentes actos derivados de la muerte de nuestro expresidente.
Por cierto, creo que lo que comentas de recordar a nuestros políticos que son instrumentos de la soberanía del pueblo, y no al revés, es una de las claves de todo esto.
Recuerdo unas charlas a las que asistí, y que se realizaron dentro del contexto de unas jornadas sobre la modernización de los Servicios Públicos, en las que el ponente, después de saludar a las autoridades políticas que se encontraban en el auditorio (alcaldes, consejeros, secretarios, delegados,…), dijo no entender que todos ellos estuvieran sentados juntos, en asientos reservados ocupando las primeras filas, cuando en realidad deberían estar al fondo de la sala, detrás de la ciudadanía: a su servicio. Si bien no es más que una anécdota, resultó bastante significativo las caras de perplejidad e incredulidad de los políticos ante su petición.
Qué buena la anécdota. Seguro que no volvió a ser invitado, pese a que encantara al pueblo.