Me he despertado, como muchas mañanas, escuchando las noticias en la radio. Bueno, realmente esta vez han sido otro tipo de ondas las culpables, porque pese a amanecer mi casa hoy más blindada que Alcatraz en su época dorada, al viento, esta mañana, parecían crecerle brazos. Brazos con los que no solo empujaba sillas, mesas, persianas o maceteros, sino con los que aparentemente se agarraba a los tejados, tratando de arrancar y derribar así la estructura de la urbanización. Ahora ya sé lo que debió sentir el cerdito listo del cuento…
El caso es que me he desperezado, también como muchas mañanas de los últimos años, con la noticia de las últimas Victorias de Nadal y Gasol; el primero en el Open de Australia, y el segundo con sus Lakers venidos a menos este año.
No son hoy victorias de las llamadas “importantes”, ya que Nadal todavía está en octavos de final (y se enfrentaba a un relativo desconocido), y Gasol vive probablemente la temporada más amarga y gris de su carrera (no precisamente por demérito propio). Es más, comparadas con los muchos éxitos cosechados y batallas libradas, las de hoy son prácticamente victorias anónimas. Sin embargo, me han dado que pensar especialmente en esta ocasión.
Y es que estas dos victorias tienen algo en común: recogen gran parte del espíritu, carácter y forma de ser de estos “personajes”. Han sido victorias basadas en el trabajo, el esfuerzo, la motivación…y la humildad; y sobreponiéndose además a sus molestias físicas (Gasol aun tiene sus tobillos resentidos, mientras que Nadal tiene las manos llenas de ampollas, aparte de su ya crónico problema con la rodilla).
No voy a ser yo quien diga nada nuevo sobre estos dos gigantes del deporte. No pretendo describir sus virtudes, ni repasar sus logros. Su importancia ha transcendido, con su actitud y cualidades ejemplarizantes, más allá del deporte; Como tal ha sido analizada y alabada por multitud de personas de todo el planeta. Y merecen además que se siga haciendo; no solo por ellos mismos, sino porque es bueno para difundir y realzar la cultura y el modelo de sociedad que muchos querríamos para nuestro país.
Pero hoy no he pensado en nada de esto. Simplemente he sentido que nos queda menos por disfrutarles de lo que ya lo hemos hecho. Que su inmensa luz, sin darnos aún cuenta, se apaga.
Gasol y Nadal nos llevan acompañando ya bastante tiempo, endulzándonos la vida a pequeños terrones desde hace ya más de diez años. ¿Recordáis dónde estabais cuando Nadal ganó su primer Roland Garros, allá por 2005? ¿O cuando Gasol irrumpió en el panorama deportivo, siendo la estrella de la copa del rey de 2001? (Esto último lo recuerdo bastante bien, ya que, como suele decirse, yo estuve allí.)
El tiempo pasa, y en este intervalo hemos vivido más de un lustro de bonanza económica, con un desarrollo y crecimiento económico nunca antes visto; otro cinco años (y los que nos quedan) con una de las crisis económico-sociales más brutales de nuestra historia; varios cambios de gobierno, dos Eurocopas y un mundial ganados, el primer presidente negro de la historia de EE.UU, la captura de Bin Laden,… y estos dos chicos nos siguen dando alegrías y dando ejemplo.
¿Pero hasta cuándo? ¿Cuánta “cuerda” les queda? ¿2 años? ¿4 años? Nadal lleva desde los cuatro aporreando pelotas, siempre acompañado por su Toni Nadal; y dándonos alegrías casi desde entonces. Pau, por su parte, es algo mayor que Nadal, aunque sus carreras podrían perfectamente exigirse a la par (la mayor juventud de Nadal se compensa con la mayor exigencia física requerida para mantenerse en la elite del tenis, unida a la esfuerzo acumulado en sus rodillas). En este tiempo, uno se ha convertido en leyenda del deporte mundial, y en el mejor deportista español de todos los tiempo; y el otro es ya el mejor jugador español de baloncesto.
Así que, reviviendo todo esto, me ha dado por pensar, ¿Y si este año es la última gran fiesta de nuestro deporte? Al menos durante bastante tiempo. Porque este año seguramente veamos al mejor Nadal. Y el mundial de baloncesto a celebrar en España nos permitirá “despedirnos” del mejor Gasol (y de la mejor generación del baloncesto nacional) en el mejor de los torneos. Y como guinda tendremos un mundial de futbol, como última gran cita de un ciclo irrepetible del futbol español, que luchará por ser recordado como el más grande a nivel mundial.
Pero, ¿y después de esto? Seguramente no habrá más mundiales con Pau, ni olimpiadas con Nadal, ni mundiales de futbol con la generación de oro. ¿Y entonces que viene detrás? Y eso es lo peor, que no se ve nada “llegando”. Porque está claro que es difícil tener más “Paus”, al menos tan seguido. Y figuras como Nadal directamente son irrepetibles. Pero lo que realmente da pena es pensar que la cultura del esfuerzo, de la constancia, del trabajo y el sacrificio que esta gente tanto ha predicado con el ejemplo, no ha “calado” en la nuevas generaciones. Y esto si que es realmente un lastre para poder generar nuevas “estrellas” (el talento, también necesario, es algo un poco más caprichoso… y repetible).
Hemos vivido una época gloriosa del deporte español, en un momento además donde el resto de la actualidad nos daba muy pocas alegrías; y eso probablemente ha hecho crecer a nuestros jóvenes con la falsa idea de que esta situación es sencilla, usual, y que no requiere apenas esfuerzo. ¡Justo el mensaje contrario al que se pretendía generar!
Yo, por el contrario, que pertenezco a la generación de cuarentones “perdedores”; de los que nunca pensaban ver ganar un mundial de futbol… o simplemente ganarle a Italia. Yo, que ya perdí hace bastantes años a Induráin, probablemente mi primer gran “héroe” del deporte. Y que también se lo que es pasar años y años de sequía. Yo voy centrarme en disfrutar todo lo que pueda de Nadal y sus banana shot, y del dominio en la pintura de Pau; de la clase de Iniesta, y la potencia en montaña de Contador. Y trataré de superarme y ser mejor persona, de aplicar a mi vida de humilde mortal una filosofía de vida de campeón eterno. Y cuando acabe esta fiesta, recordaré y esperaré. Recordaré a todas estas figuras que de alguna manera han llenado un trocito de mi vida, y esperaré tiempos mejores…porque llegarán. Otra vez. Porque nunca más seremos perdedores, y ya sabemos que se puede. Se puede, y se hará. Otra vez.
Angel Sierra
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Hombre perraco, el mundo del deporte no se acaba en el fútbol, el basket y el tenis, aunque sean los más seguidos. Sin ir más lejos este año hemos conseguido un doblete en el París Dakar (o como quiera que se llame), oro en patinaje artístico, Mireia (que como siga a ese paso podrá incluso discutir el honor de mejor deportista española de todos los tiempos a Nadal), las guerreras del waterpolo, el motociclismo, etc.
Estoy de acuerdo en la pérdida generalizada de la cultura del esfuerzo entre nuestras nuevas generaciones, que se han quedado más con la idea de que sin dar ni chapa se pueden hacer millonarios simplemente saliendo en un programa de la tele, pero no creo que sea aplicable a nuestros deportistas (en general).
Que tal Alcaparra. Llevas toda la razón. La verdad es que tenemos una enorme riqueza y diversidad en cuando a deportistas haciendo cosas grandes en multitud de disciplinas (a los ya comentados se puedes seguir añadiendo decenas de ejemplos: balonmano, ciclismo, triatlón, artes marciales, F1,…). Una riqueza que probablemente no nos merecemos Y no lo digo por nuestros deportistas, que efectivamente merecen todos los elogios en la mayoría de los casos, sino porque no creo que a nivel institucional se estén haciendo las cosas demasiado bien (probablemente el único gran "plan" fue el que se ideó para las olimpiadas de Barcelona).
Así que seguramente tengamos garantizados muchos futuros-cercanos éxitos. El problema es que ahora va a coincidir seguramente en poco tiempo el final de una generación, al menos en estos deportes más mayoritarios, bastante difícil de repetir. Y además, y esto ya es a título más personal, el caso de Nadal ya dije creo transciende al deporte. Para mí (aunque evidentemente solo conociendo al personaje público), es un completo ejemplo de los valores que considero más positivos para recorrer este mundo (aplicables a la vida, en todos sus ámbitos). Y el ver como con esa filosofía de vida ha podido llegar tan lejos, podría decirse que me ha hecho seguramente mejor persona. Pero no quería ponerme tan profundo 😉
Por eso me quedó el otro día esa sensación, aunque sea algo injusto con el resto de disciplinas, que estamos cerca de la última gran fiesta en bastante tiempo. Habrá otras fiestas, seguro, muy buenas…pero ya no estará allí la chica más guapa y popular.
Por cierto, vuelvo a lo mío. ¡ Tremendo el sacrificio de Nadal esta mañana ! jajaja