No me entendáis mal. Entiendo perfectamente que el embarazo se mida por semanas. Al ser la semana una unidad de tiempo más pequeña que el mes, que era como antiguamente se controlaban los embarazos, esto permite un mayor detalle en el seguimiento de los síntomas, control del crecimiento, pruebas a realizar,… Además resulta que es una medida mucho más precisa. Todas las semanas duran los mismo, siete días (al menos en la teoría, porque luego alguna parece ser eterna). Con los meses no es tan exacto, depende de cual te toque. Pero el motivo más importante: para escribir libros de embarazo. Antes todo tenía que estar asociado a alguno de los nueve meses, a saco. Así que con nueve meses te sale un libro como mucho de una docena de capítulos (introducción, consejos,…). Pero ahora puedes explicar cada cosita en su semanita…aunque entre una semana y la siguiente las diferencias sean mínimas (menos de la 39 a la 40, claro). Así que ya lo tienes: libros mucho más tochos.
Sin embargo, reconocedme un poco que se ha aprovechado también este paso de meses a semanas para martirizar a los futuros papas (me refiero a los papas en masculino). Porque sí, el embarazo, desde siempre, ha sido un proceso totalmente centrado en la mujer. Sobre todo por lo evidente, ya que es la mujer quien lo vive en primera persona; quien tiene un vínculo mucho más profundo en esta fase con esa nueva vida que crece en su interior. Pero es que además, el hombre históricamente ha “pasado” muy mucho del tema.
No obstante, desde hace ya algunos años, muchos hombres han pasado a desempeñar un papel mucho más activo en esta fase de sus vidas. Se implican en el embarazo, asisten a los cursillos, miman a sus mujeres, participan en el parto,… Y no digo que no siga existiendo todavía mucha de esa cultura machista de “los niños y el embarazo para las mujeres”, pero podríamos decir que existe una nueva tendencia en aumento de hombres dispuestos no ya solo a corresponsabilizarse del embarazo, sino a disfrutarlo todo lo posible. Esto, claro está, no quita ni una décima del protagonismo de la mujer. Pero parece que no todo el mundo lo ve así. Y por eso, nos dan donde más nos duele, en las fechas.
Porque, reconozcámoslo señores, la capacidad del hombre para recordar una fecha concreta es muy similar a la que tiene un caballo para comer sin soltar baba: muy escasa. Existe una fórmula universal que dice que la probabilidad de que un hombre recuerde una fecha (que no sea la final de un mundial) es inversamente proporcional al tiempo que ha pasado desde esa fecha, tendiendo siempre a infinito a partir del quinto día.
Entonces, y como a pesar de este pequeño defecto que tenemos, parecía que el truquito de los nueve meses lo estábamos empezando a superar (que no dominar), se monta una estructura perfecta “anti-hombre” capaz de tumbar al más experimentado. La “dualidad semana-día a contar desde no se sabe bien cuándo”. Porque aquí se combinan varios factores que dificultan mucho el tema, y que por supuesto no están ahí fruto del azar, no. Esto ha sido ideado una mente superior.
¿ Qué semana es hoy ?
Lo primero: no es que tengas que acordarte de una fecha determinada, que también, sino del tiempo que hace que se produjo esa fecha. Esto implica, además de saberte la fecha, saber contar (ya te has cargado a unos cuantos). Pero es que ese tiempo hay que calcularlo en semanas, por supuesto. En Semanas enteras, más los días adicionales que llevamos y que faltan para completar una nueva semana. Por tanto, debes ser capaz de actualizar este dato constantemente. Cada día cambia el día, cada siete días cambia la semana. Así, por ejemplo, nosotros ahora estamos (ya estamos otra vez con la cuenta…) en la 22+1. Mañana estaremos en la 22+2; Pasado en la 22+3, y así sucesivamente…¿Parece fácil acordarte de un día para otro, no? Yo he llegado preguntarme durante 5 días consecutivos en que semana estábamos y, aún sacando el dato, tener que volver a calcularlo desde cero al día siguiente.
Pero es que además, para empezar a contar, o calcularlo de nuevo cada vez que pierdes el hilo (créeme, lo harás)…¿Qué fecha crees tienes que recordar? ¿El cumpleaños de tu mujer? Seamos serios por favor. A ver si vas a ser tu también un cromañón de los de antes… No, está claro que debe ser la fecha en la que realizasteis la magia de lanzar una nueva vida (la noche del follingueo, vamos). Hombre, eso por lo menos es algo fácil de recordar, por lo emocionante y significado del momento…. ¡PUES NO!. Lo que deberás recordar es la fecha de la última regla de tu mujer…¡Ahí lo llevas!. Yo hay años que no me acuerdo del día de mi cumpleaños, así que tú me dirás. Que encima calcular las semanas de tu futuro retoño a partir de una fecha en la que todavía ni te habías puesto, digo yo que eso es ponerle ya años a la criatura antes de nacer.
Así que lo único que se me ocurre es que realmente esto es un plan para quitarnos a los hombres las ganas de implicarnos tanto en el embarazo… vaya a ser que, con lo cafres que somos, le cojamos el gustillo y nos apoderemos también de ese privilegio. Pero tampoco había que ensañarse tanto… Que lo único que digo es que, si habéis montado todo esto para que nos liemos y seguir siendo vosotras el centro del embarazo… no hacía falta, de verdad; porque siempre lo seréis. Seréis vosotras siempre las embarazadas; las verdaderamente deslumbrantes, capaces además de soportar todos esos cambios, las incomodidades, y el dolor infinito. Soportarlo, y encima, disfrutarlo. Y las que gozáis además compartiendo cada momento con nosotros. Así que no hacía falta nada de esto. Porque además, nosotros, solamente con hablarnos de los distintos tipos de carritos, maxi-cosis, capazos, sillas, asientos homologados, cunas, mini-cunas, cunas de viaje, y demás… con todo eso ya estaremos perdidos otros cuantos siglos.
Recientemente tuve que asistir (no tuve que asistir, quise asistir) a la primera de las charlas que teníamos planificadas con las matronas y el grupo de embarazo en nuestro centro de salud. Resulta que esa primera sesión era por la mañana, y mi mujer, que todavía está trabajando, no pudo asistir ese día. Así que fui yo solo. Ningún problema (aparte del cachondeo generalizado en mi círculo más “masculino”). En la sala, aparte de las matronas, me encontré con un grupo de unas 15 embarazadas, el 80% primerizas. De todas ellas, el 50% iban solas (o en el caso de la más joven, acompañada por sus padres), y el otro 50%, acompañadas de sus parejas. Menos yo, claro, que iba solo. El caso es que, antes de entrar, le explique a nuestra matrona la situación, y el motivo de estar yo solo allí, a lo que me comentó (un poco extrañada, eso si) que no había ningún problema. Sin embargo, por lo visto, debía ser la primera vez que, al menos a esas matronas (quiero creer), se les presentaba esa situación. Que a una charla acudía solo el papá, sin la mamá.
Pasé a la sala y me senté con el resto, y entonces la matrona me dio una hoja para rellenar unos datos básicos sobre mi mujer, comentándome que si no me sabía alguno, no pasaba nada (creo que fecha de nacimiento, nombre, apellidos, domicilio, y tiempo de embarazo no es algo en lo que puedas fallar, pero bueno). El caso es que la primera parte de la sesión trataba de ir preguntando a todas las mamás datos básicos de su embarazo; qué tiempo de embarazo llevaban, si era el primero, cuanto peso habían ganado… y poco más. ¿Por qué cuento esto? Porque resulta que cuando llegó a mí la matrona, aparentemente desconcertada sobre cómo actuar en una situación nueva para ella (pero en mi opinión bastante natural y para nada problemática), eligió el camino desde mi punto de vista más entraño y “embarazoso” posible: Centrar la atención por completo en la mujer como único actor posible en el embarazo. Así, empezó a preguntarme como si yo fuera la embarazada:
– “Elisa” – Me dijo – “¿De cuanto estas?”.
Yo me quedé bastante extrañado, pero contesté:
– “De 14 semanas,”
– “¿Y cuanto peso has cogido?”
– “….eeee tres kilos.”
– “Pues Elisa, hay que controlarse.”
– “Pues,vale.”
Imaginaos no ya mi extrañeza, sino de la gente de la sala, que no sabían nada de si mi mujer trabajaba o no, si yo era el papa, si realmente yo era Elisa, si eso era una broma, o que demonios. A veces las cosas son mucho más naturales de lo que nos empeñamos que sean…
Pero repito que yo no me quejo para nada. Es más, estoy encantado con la cuenta de semanas, es mucho más entretenida. La ecografía temprana de la semana 6; los análisis de sangre para el test del triple screenning y demás en la semana 10; la eco de la semana 12 para comprobar el correcto desarrollo del feto (sus medidas, ver posibles malformaciones,..); la eco de la semana 20 (donde se ven todos los aspectos morfológicos, y se escucha de nuevo su corazoncito); la eco 3-D de la semana 26; el test de O’Sullivan de la semana 28; la eco de la semana 32 para seguimiento del bebe y la placenta,… me encantan medirlo todo por semanas. De hecho pienso seguir celebrado cuando nazca sus cumple-semanas. Es más, a partir de ahora celebraré también los míos. ¿Cuántos tengo ya? ¡Puff!, otra vez a contar desde el principio… y esto si va para largo. Pero…¿Cuento desde que nací? ¿O desde la fecha de la última regla de mi madre?
Angel Sierra
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Muy bueno Ángel, no sé cómo sacas tiempo para todo.
Un abrazo.
¡Muchas gracias Migue! Pues nada, cuestión de prioridades. Y en esta etapa de mi vida me apetece decicarle un poco más de tiempo a mis aficiones "olvidadas". Y si encima con ello consigo de paso entreneros, aunque sea solo un poco, pues doble alegría me llevo. Un abrazo.