Acabo de darme cuenta que llevo bastante tiempo sin hablaros de nuestro embarazo (es lo que sucede cuando uno habla de tantas cosas). Y el caso es que con este vacío os podría dar la sensación que no hay demasiado que contar; que o bien no le estamos (más bien estoy) haciendo mucho caso al tema, o que no hay ninguna novedad. Suele decirse que la mejor de las noticias es que no haya noticias (desde luego quién inventó este dicho o no había hecho nada en su vida que le hiciera esperar algo bueno, o era un gafe de cuidado). Pero no es el caso…
Resulta que hoy estrenamos semana treintaiocho (¿recordáis el calendario semanariano?), y todo marcha bastante bien. Además creo que en alguno de mis post anteriores ya os comenté que la mejor forma de llevar un embarazo es no volviéndose loco; llevándolo con tranquilidad y de forma natural. Tienes nueve meses para “hacerte el cuerpo”, y quitando alguna que otra visita periódica al ginecólogo, y manejarse con las compras necesarias (que son “algunas” menos que en las que realmente nos embarcamos), tampoco hace falta mucho más. Si el embarazo es cómodo y te respeta la salud, no deja de ser un periodo fantástico.
Y así, y siguiendo la coherencia que me caracteriza, ha transcurrido nuestro embarazo… hasta hace un par de meses… porque a pesar de tenerlo todo relativamente bajo control, tengo que reconocer que desde hace unas semanas ¡ se nos va de las manos ! Y es que en este último empujón (quizás para un embarazo esta última metáfora no haya sido la más adecuada…) hay cuatro bloques de tu vida que se complican y que hacen que necesites contratar un asistente personal para llevar tu agenda semanal.
Área medica
Hasta hace poco más de un mes, como os comentaba, la parte más “médica” del embarazo apenas suponía mucho. Una visita al ginecólogo cada mes, algún análisis adicional de forma muy puntual…y poco más. Elisa como digo se encuentra bien y eso además facilita todo mucho.
En estas últimas semanas el ritmo de visitas al ginecólogo se ha mantenido, pero añadiéndose citas con el endocrino, por culpa de una diabetes gestacional. ¿Sabéis lo que es la diabetes gestacional? La diabetes sí, ¿no? Pues cuando acabe este embarazo tendré que buscarme un divertimiento que llene el vacío de no poder adivinar el índice de glucosa de Elisa después de cada comida. Aparte de esto, y ya desde la semana pasada, se añaden las visitas a monitores. Lo monitores para mí, y hasta hace muy poco, eran el aspecto más “misterioso” del embarazo. Toda mujer preñada en las últimas semanas de embarazo, y sobre todo una vez sobrepasadas la cuarenta, tiene que enfrentarse a estos misteriosos “monitores”, de los que solo sabía que era un sitio donde tenías que pasar un espacio de tiempo indeterminado, y que en no pocas ocasiones acaba con el inicio del protocolo de parto. Para colmo y al menos en Granada también se llaman “correas”; y esto, unido a la ignorancia del hecho en sí y a una imaginación descontrolada le confiere a todo el tema un ambiente de sufrimiento y “sadomaso” bastante preocupante.
Preparando mente y cuerpo
Llegó el momento para las clases de educación maternal. Sí, esas que ya os conté que asistí yo solo a la primera; clases donde se cuidan y trabajan todos los aspectos relacionados con el embarazo, el parto y los posteriores cuidados del bebe. Y claro, para tratar todas esas materias hemos necesitado una clase semanal durante los últimos dos meses.
No os voy a contar demasiado de estas clases… pero prometo hacerlo. Porque ha sido una experiencia única…y diferente. Lo mejor no ha sido lo mucho que hemos aprendido (porque no hemos aprendido apenas nada), ni las amistades que hemos hecho (no creo volvamos a ver a nadie) y el grupo humano que hemos formado (bueno, humano sí que ha sido); ni siquiera la claridad y tranquilidad que nos ha transmitido la matrona con sus cuidadas y detalladas explicaciones acerca de ese lio que tiene en la cabeza. De hecho lo mejor no ha sido nada.
Menos mal que para compensar un poco hemos tenido también clases de Pilates. Bueno, estas han sido voluntarias, y solo para Elisa… pero también han supuesto una cita semanal a tener en cuenta.
El maravilloso mundo de las compras para el bebe
Por supuesto que luego están las compras. El elemento perfecto para volverse literalmente loco. Sin embargo, no hay demasiado que contar en este bloque; y es que aquí sí hemos sido bastante fieles a nosotros mismos, comprando cositas poco a poco, con mucha tranquilidad; y teniendo además claro un poco lo que queríamos tener para antes del parto.
De hecho en el Corte Inglés ya nos conocían porque muchas semanas nos dábamos una vuelta y “picoteábamos” algo. Su sorpresa e incluso preocupación cuando, ya no quedando demasiado tiempo para la fecha probable de parto (según su criterio), se enteraron que aún no habíamos encargado cosas tan “imprescindibles” desde el primer día como la sillita para el coche, o la bañera… nos hizo ver que esto lo llevábamos bastante bien encarrilado.
Aun así, y como toda adicción o enfermedad infecciosa que se precie, algún que otro día tuvimos (sobre todo tuve) algún amago que otro de volverme loco.
Una locura al año no hace daño
No hemos tenido antojos en el embarazo, ni nos hemos vuelto locos con las compras, ni cambiado de casa, … ¿pero esto qué es? ¡Vaya embarazo soso! Por lo menos nos “debemos” una locura. ¡Qué menos! No podía ser todo tan tranquilo. Y no, no me estoy refiriendo a mi carrera por Ronda (esa locura ya está suficientemente explicada, y superada). Tenía que ser algo más “emocionante”. Y más en pareja…
O al menos eso debimos pensar, porque fue entonces (y no antes, que hubiera sido ir a lo fácil) cuando decidimos destruir todos los armarios de nuestra casa. Me estoy refiriendo más concretamente a desmontar y tirar los hasta ahora armarios de casa (supuestamente para sustituirlos por unos nuevos y flamantes armarios que nos tienen que construir a medida), y echar abajo los tabiques correspondientes; encalar, enyesar, bajar los techos para encajar los nuevos armarios… y ya de paso pintar paredes y techos de casi toda la casa. Quedarnos así, a parte de sin sitio para guardar apenas nada, con casi toda nuestra ropa polvorienta y guardada en el trastero. Por no hablar de las pareces medio rematadas (eso hoy, durante semanas han estado a ladrillo visto) que cubrirán nuestros nuevos armarios. En fin, todo el que ha hecho una obra en casa, por pequeña que sea sabe en que suele convertirse y lo que supone.
Hoy lo de menos ya son las noches pasadas durmiendo en el sofá del salón (por el yeso sin secar o el posterior olor a pintura del resto de la casa); o el tiempo sin saber donde estaba nada de lo que buscabas. Ni siquiera el haber tenido durante algunas semanas un salón que parecía el bazar chino del barrio. Lo verdaderamente interesante ahora es saber cuando van a venir los armarios nuevos, ya que sin ellos no podremos volver a tener una casa mínimamente operativa, y cómo de “satisfactorio” será el montaje final, al encajar todos los trabajos realizados. Pero sobre todo lo más interesante es adivinar quién llegara antes, si los armarios o nuestra enana.
Os invito a que hagamos una porra. ¿Os atrevéis a adivinar? Si además del orden os atrevéis con una fecha exacta (recordad, tanto para el parto como para los armarios), podremos entonces afinar mucho más el ganador. En esta ocasión no hay premio… salvo la propia recompensa de la victoria.
Angel Sierra
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Nosotros, después de tirar un muro y juntar dos habitaciones (esto había sido un poco antes..) nos quedaba pendiente la estantería/escritorio del salón. Justo el día que venía el carpintero a montarlo nació Laura, así que mi apuesta es que va a a nacer el mismo día que os pongan los armarios 😀
Jejeje pues según avanzan los días y seguimos sin noticias de ellos aumentan las posibilidades de que aciertes, mamón !! Jajaja ¿no dicen que todo niño nace con un armario bajo el brazo?
Subo la apuesta … ¿llega antes el armario o la independencia de María?
Jajaja. Juegas fuerte eh !! Está claro que primero serán los armarios, porque al paso que vamos la generación de María se independizará a los 60…