El equilibrio perfecto no existe, es una quimera: un estado inalcanzable. Es más, desde mi punto de vista es una condición no a perseguir, sino más bien a evitar. Entre otras cosas porque creo que es un concepto excesivamente sobrevalorado.
Con esto no estoy izando un mensaje a favor de la vida caótica y desordenada. De hecho considero tremendamente importante dedicar el tiempo necesario a cada área de tu vida. Yo mismo he sido un desequilibrado diagnosticado a tiempo, que ahora se encuentra en plena desintoxicación. Tan solo digo que esta defensa y/o búsqueda de ese estado ideal es tan dañino como el propio caos.
Y es que, por poco que nos guste, el universo tiende al desorden. Un desorden organizado, pero desorden al fin y al cabo. Lo que pasa es que el ser humano ha querido ir más allá, y jugar a equilibrar el equilibrio. Sin darnos cuenta que pretender este objetivo nos suele generar el efecto contrario. Que intentar lograr ese estado ideal produce un efecto de frustración continua que tiene a desequilibrar tu vida.
Porque el equilibrio es un estado inestable, la estrecha y puntiaguda cima de una inmensa montaña cuyas faldas te arrastran a profundos valles de inestabilidad, en los que es mucho más fácil permanecer sin apenas esfuerzo. Por el contrario, es cuando quieres alcanzar la cima desde esos valles cuando el esfuerzo requerido es inmenso; y además, cuando lo consigues, resulta difícil permanecer allí mucho tiempo, por muy bien que te sientas.
Todos tenemos diferentes facetas en nuestra vida que cuidar: el plano familiar, las relaciones interpersonales (amigos, compañeros,…), el área profesional (tu trabajo, aficiones,..) y por último, pero probablemente el más importante, el plano unipersonal (uno mismo). Lo ideal (lo repito para quien piense que predico otro mensaje) es mantener una cierta armonía en todos estos aspectos: tener tiempo y estar a gusto contigo mismo, ejercer una profesión que te guste y que te permita desarrollarte plenamente, y disponer tiempo suficiente además para dedicar a una familia con la que te encuentres feliz (tus padres y hermanos, pareja, hijos,…), así como para disfrutar las aficiones que terminen por completar tu universo particular.
Me hace gracia la gente que expone que solo las personas que tiene una vida en armonía pueden desenvolverse de forma mínimamente efectiva en cualquiera de las diferentes facetas de sus vidas; que si hay un aspecto en el que existe una fuerte debilidad, esto afectará y arrastrará al resto de áreas de sus vidas. Habré escuchado decenas de veces, por ejemplo, que una persona, por muy buen profesional que sea, si lleva una vida caótica en el plano personal, o llena de problemas, acabará viéndose afectado en su faceta profesional. Muy típico de mentes simplistas, ancladas en la teoría, o simplemente sin conocimiento de lo que dicen.
Por supuesto que hay muchas personas a las que un fuerte desequilibrio en un aspecto determinado de su vida puede acabar por derrumbar o cuanto menos sacudir al resto. Pero esto no siempre es así. De hecho puedo encontrar más ejemplos en la vida real de justamente lo contrario. Porque al final la inseguridad crea aristas, y la debilidad de unas se torna en fortaleza de otras (es el equilibrio del desequilibrio).
Eso sí, socialmente no están igual de mal vistos cada uno de los diferentes perturbaciones posibles. Si dedicas poco tiempo a tu familia, tienes más papeletas para no acabar formando una familia, o para terminar con un divorcio, o simplemente descuidar a los tuyos, a tus hijos. En ese caso está claro que como mínimo eres un egoísta (un mal hijo, mal compañero, mal padre,…). Sin embargo, si dedicas toda tu vida a tu familia, sacrificando con ello tu trabajo, amistades e incluso todo el tiempo para dedicarte a ti mismo, entonces normalmente se te considera un buen modelo a seguir; una buena persona. Con el trabajo pasa igual: si te escaqueas, te implicas lo mínimo, o simplemente cumples lo justo, entonces eres un vago, un mal profesional. Pero si toda tu vida gira en torno al trabajo, casi las 24 horas al día, seguramente seas de nuevo un ejemplo… aunque en el fondo, e igual que en el caso anterior, des pena a la mayoría de la gente. Y este diferente rasero funciona en todos los casos, porque siempre hay extremos más aceptados que otros. ¡Chorradas! Todos los desequilibrios son dañinos. Aunque no todos tengamos los mismos umbrales. Ni siquiera permanecen siempre igual a lo largo de nuestra vida.
Porque, y aquí está la primera ley del desequilibro: funciona por umbrales. Es como el colesterol. Si se mantiene por debajo de un nivel, no pasa nada; apenas se nota. Después existe una franja por encima dentro de la cual comienza a ser un problema, aunque inicialmente no de forma visible. Está presente, pero tu vida sigue siendo normal; seguramente empiecen a sufrirlo los demás, y probablemente poco a poco esté minando tu salud, pero te manejas bien…incluso ni lo notas. Por último, cuando supera un determinado nivel, empiezas realmente a sentirlo tú también, comienzan los problemas “visibles”.
La segunda ley: el desequilibrio pide desequilibrio. Cuanto más desequilibrado tengas un aspecto de tu vida, más tenderas a seguir desestabilizándolo…por el contrario de lo que pueda decir el sentido común. Si dedicas casi toda tu vida al trabajo, cada vez te resultará más normal, incluso más fácil, seguir con esa rutina. Y en un tiempo es probable que necesites todavía más, porque lo que dedicabas hasta ahora te resultará insuficiente, y te sentirás además bastante cómodo en ese rol (algo que por la falta de costumbre o por problemas derivados de esta falta de tiempo, no será tan sencillo en otras áreas). Parecerá entonces como si te molestara dedicar tiempo a otras cosas. Es de nuevo similar al colesterol; cuanto más grasas y fritos comes, más quieres…
La tercera ley del desequilibrio viene derivada de la anterior: el desequilibrio genera adicción. Es una droga como cualquier otra. Y como tal, además de ser adictiva, es algo de lo que nunca te libras. Por mucho que hayas corregido el problema, seguirás siendo un ex desequilibrado de por vida. Desintoxicado, sí; pero siempre sensible a una recaída.
¿La fórmula para alcanzar el equilibrio? Lo que se debería aprender es a vivir en un entorno de desequilibrio controlado, asimétrico (unas aristas pueden tener más intensidad que otras); a sobrevivir y poder corregir desequilibrios más profundos, y a gozar como un regalo los extraños instantes de completo equilibrio que se te presenten… Pero claro, esta es la opinión de un desequilibrado.
Angel Sierra
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¿Quién determina qué es equilibrado u ordenado y qué no lo es? Entiendo que es la sociedad o la generalidad o mayoría de individuos las que imponen ese concepto a los demás. Ahora bien ¿Es esa determinación universal, válida para todos nosotros? Evidentemente no, dando lugar a esa lucha que comentas entre el equilibrio social (confundido con el orden) y el equilibrio personal (confundido con el caos).
En mi opinión el problema en sí no es buscar el equilibrio como concepto, el problema es tener que compaginar el equilibrio social con el personal. Desgraciadamente todos, en mayor o menor medida o en más o menos facetas y/o momentos de nuestra vida, nos vemos en no pocas ocasiones obligados a buscar ese equilibrio social, aun a costa del personal, pero no por ello se traslada a una situación de frustración.
La frustración se produce cuando se traspasa el equilibrio personal o individual por obtener el equilibrio social. Por otra parte, cualquier persona que solo busque satisfacer su equilibrio personal sin considerar el social, será proclive a la marginación o la minusvaloración del resto.
El caso del trabajo es el más fácil de ver. Si eres una persona sacrificada profesionalmente, lo normal es que tengas también una alta consideración social. Esa alta consideración social hace que el resto de personas respete más tu opinión, simplemente porque te ven en una cúspide que la sociedad ha creado y que tiende a considerar que si eres, por ejemplo, un profesional de éxito, también has de serlo en todo lo demás.
Personalmente hace ya mucho tiempo que descubrí que mi pequeño caos personal es lo que genera mi orden y equilibrio, y que si intento ordenarlo conforme a los usos convencionales, entro en espiral autodestructiva. Como casi todo, cuestión de conocerse.
Para lo que dan cuatro cero cero y varias paulaners jajajaj. Un abrazo.
A este comentario solo puedo añadir una cosa… ¡Qué ganas tengo de repetir tertulia! ¡¡Y de beberme como poco las mismas Paulaners que tú!!