No me parecía justo comenzar a escribir un blog y no rescatar la «Ranchera se que se era».
Sé que presentar aquí la letra de una canción (una ranchera, por si no quedaba claro) sin conocerse la melodía puede resultar bastante incompleto; sin oírla cantada junto con su música. El caso es que la escribí hace mucho mucho tiempo. Yo ya no soy el mismo. Seguramente no sea la historia más original; sin duda no es la mejor contada, y no es ciertamente la más coherente,… pero que demonios, es una canción.
Lo que si es seguro es que es de las cosas más sentidas que he escrito en mi vida. Tanto que después de más de diez años sin acordarme de ella hoy la he recitado de memoria. Tanto que, cuando la he cantado, todavía he sentido hoy en presente las sensaciones vividas que la dieron vida. Tanto, que es de lo poco que he escrito creyendo que sería siempre solo para mí.
Así que imaginaos cantándola bajo la luz de las estrellas, junto a una hoguera, allá en el desierto; solos con vuestra guitarra. De todas formas os prometo que si este blog llega algún día a las 1.000 visitas diarias, rescataría entonces este temazo, pero cantado como Díos manda (ahora además ya sabéis que número de visitas/día me parece totalmente inalcanzable).
Ranchera se que se era
No soy un tenor, tampoco un poeta.
No soy cantautor, ni se escribir letras.
Pero triste estoy, y espero que puedas.
Sentarte a escuchar. Sentarte a escuchar, el son de mis penas.
Esta mañanita, tuve que dejarte.
Fue gran mi pesar, no quería marcharme.
Contuve el llorar, en la despedida.
Más no pude más, y cuán manantial, me puse a brotar al cruzar la salida.
O diosesitos del cielo si habéis visto alguna vez,
alguna linda colmena que no tenga rica miel,
o acaso privó el destino a Picasso de un pincel.
Pues tengan piedad de mi,
con una cosa me basta,
que no me separen más,
de a quien mi corazón guarda,
una diosa sin igual,
que en este mundo tal cual se ha convertido en mi alma.
Reina del jardín, te ofrezco esta rosa.
Que aprenda de ti, como poder ser, la más hermosa.
Y con gran pesar, me he de despedir.
Y al hacerlo yo, me siento morir.
Más no creas que…
…te va a ser tan fácil librarte de mí.
O diosesitos del cielo si habéis visto alguna vez,
alguna linda colmena que no tenga rica miel,
o acaso privó el destino a Picasso de un pincel.
Pues tengan piedad de mi,
con una cosa me basta,
que no me separen más,
de a quien mi corazón guarda,
una diosa sin igual,
que en este mundo tal cual se ha convertido en mi alma.
Angel Sierra
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